lunes, 24 de febrero de 2014

BREVÍSIMO BESTIARIO MEJICANO

(Brevísimo) Bestiario mejicano (o enciclopedia) 
de ESCRITORES NO (100%) MEXICANOS


y algunas de sus filias y/o fobias reconocibles 

ROBERTO BOLAÑO – D.F. (Café La Habana, calle Morelos con Bucarelli) - Ciudad Juárez - Desierto de Sonora

JUAN GELMAN – Dolor. ("Quiero ser enterrado en México", J.G., sep. 2012.)

Lowry
MALCOLM LOWRY – Mezcal/Traición

"Podemos considerar a México como el mundo, o el Jardín del Edén o ambas cosas a la vez. También como una especie de símbolo intemporal del mundo... México es paradisíaco e indudablemente infernal."  Bajo el volcán.

Pero, ¿para qué quería alguien estar en sus cabales en México? Si uno no estaba ebrio de tequila o de mezcal lo estaría de sol o cielo azul cobalto luz de luna o volcanes, a menos que quisiese dormir todo el tiempo. O enloquecer." Oscuro como la tumba donde yace mi amigo.

AUGUSTO MONTERROSO – Dinosaurios políticos (y él, primer Rey Posthispánico)



ÁLVARO MUTIS – Desesperanza

"No sabemos nada de la muerte, es inútil hablar de ella, pero es bueno invocarla para mantenerla controlada."

ELENA PONIATOWSKA – México de ida y vuelta

"Envidio mucho a los que pueden llorar en los entierros. Yo siempre lloro cuando no debo y cuando debo no lloro."

" (...) México, mi país, se caería en mil pedazos sin las mujeres."


Ilustración de José Guadalupe Posada (Aguascalientes, 2 de febrero de 1852 - Ciudad de México, 20 de enero de 1913)

domingo, 23 de febrero de 2014

EL DE MONTERROSO, EL MICRORRELATO MÁS RETWITTEADO DEL MUNDO

Hace años que vengo profesando una mayor dedicación a la lectura de microrrelatos y relato breve en general. Quizá porque la falta de tiempo me conduce a ello, o puede que sea porque la micronarrativa encarna y posee a la perfección todo lo necesario para disfrutar de una buena lectura y a la vez evocar uno por uno aquellos elementos –que ni mucho menos son exclusivos– de la literatura inconmensurable de interminables libros; aunque probablemente sea por ambas cosas. 

El relato hiperbreve El dinosaurio, de Monterroso junto al dibujo del mismo autor



Con el que más disfruto y mi predilecto por encima de todos es el guatemalteco Augusto Monterroso (1921-2003), narrativa breve que curiosamente me hace ser capaz de enumerar una interminable lista de alabanzas y beneficios para la salud lectora y física. Mucho mérito tuvo Monterroso siendo capaz de sobrevivir fuera de aquel monstruo que fue el boom latinoamericano, ya que el guatemalteco compartía muchas características con los autores más representativos del mismo, pero desde una posición exógena, desde la distancia. A la literatura de Monterroso la conocí en mi primer año universitario gracias a un librito que aún conservo: El eclipse y otros cuentos, editado por Alianza (Cien). Reconozco que masqué aquellas páginas un poco trastocado por la brevedad de sus relatos, en especial el renombrado y archifamoso El dinosaurio, sin creer realmente si aquello  –ese microrrelato– podía ni tan siquiera existir. Bien es cierto que la exquisita literatura de este sublime escritor está llena de referencias a autores clásicos y preñada de una crítica ácida, en ocasiones palpable, en otras latente, y todo recubierto de un fino sentido del humor, de un humor negro y macabro en muchos casos.

Hace ahora un año hablé sobre microliteratura y Monterroso en un artículo que titulé El tweet más perfecto de la (pre)historia, y reconzco que lo redacté harto de oír hablar de tweets y demás expresiones y estilos que las redes sociales han usurpado como si fuese ahora cuando se ha descubierto la brevedad en el texto o la expresión lacónica, reclamando y exigiendo con aquel artículo la paternidad del tweet para el genial guatemalteco. 

Augusto Monterroso (Tegucigalpa, 21 de diciembre de 1921-Ciudad de México, 7 de febrero de 2003)
El dinosaurio, la citada obra, puesto que es una obra, es todo un fenómeno digno de estudio, y es que resulta extrañamente contradictorio que de tan diminuta composición haya nacido tanta literatura paralela y un número tan exagerado de opiniones, traducida a una decena de idiomas e incluida en otras tantas antologías. Un ejemplo: El dinosaurio anotado, de Lauro Zavala, un asombroso estudio del renombrado relato hiperbreve. Parece meridianamente claro que éste hace referencia al PRI mexicano encarnado en aquel dinosaurio perpetuo y omnipresente, pero si atendemos a su autor, "sus interpretaciones son tan infinitas como el universo mismo". A mí me resulta deliciosa esa relación simbólica tan contrapuesta entre un animal de proporciones gigantescas dentro de una composición tan breve, pero conseguida; pura y delicada paradoja de magistral ejecución. 

De Monterroso, como si hubiese sido inoculado por algún virus, pasé a leer las breves composiciones de Kafka, que también tiene mucho que decir dentro de la micronarrativa, y más tarde a Borges, Max Aub, Ribeyro y últimamente a Fernando Iwasaki. Y de aquellos primeros años universitarios, antes de saber nada de microliteratura, conservo una composición que yo mismo hice a la que curiosamente he recurrido en varias ocasiones, como en esta última, y que comprende su desarrollo, nudo y desenlace en apenas una docena de palabras, pero que entonces no tenía ni la menor idea que aquello podía considerarse un microrrelato.

Afirmó de Monterroso Carlos Fuentes: "lo que a unos nos tomaba cien páginas, a él le tomaba una frase". Sé con total certeza que con el paso de los años la micronarrativa seguirá creciendo y su presencia literaria seguirá ampliándose, teniendo a Augusto Monterroso como su máxima figura y augurando también que el guatemalteco se agigantará tanto como un dinosaurio, pero esta vez uno del Jurásico. 


viernes, 21 de febrero de 2014

EL DOMADOR DE OBJETOS. LIBRERÍAS VIEJAS Y NUEVAS... Y ADIÓS AL POSMODERNISMO

No me suelo prodigar en visitar librerías de nuevo; practico la bibliofilia por vocación y con obsesión, con enfermiza vehemencia y aun a riesgo de quedarme sin el sueldo en la primera semana del mes, como ya me ha ocurrido en alguna ocasión. Detesto la pulcritud de las librerías nuevas, sus luces como en salas de espera, de dentistas psicópatas, morgues de palabras recién nacidas marcadas por un código de barras. Echo en falta el olor a viejo, la falta de ácaros, tener que lavarme las manos al salir de ellas; echo de menos los ejemplares irremediablemente oxidados y manoseados –sobados que diría un librero; las librerías nuevas son como pasillos simulando tanatorios... aunque paradójicamente sé que allí mismo deban venderse mis publicaciones: el mal del hombre contemporáneo.

Con tipo de letra clásico o romano imprimió Aldo Manucio el codiciado Hypnerotomachia Poliphili (1499) de F. Colonna
En resumen, casi no suelo visitarlas salvo en contadas ocasiones o recomendaciones. Pero ayer fue uno de esos días de suerte, un mirlo blanco en una librería nueva, suena extraño, pero posible. Deambulando como un zombi y enfilando ya la salida me detuve ante un extraño ejemplar, de bello y evocador título: El domador de objetos; libro ilustrado y/o de poesía (quizá reversible) que (h)ojeé e inmediatamente adquirí, domado por Carmen Fernández Agudo e ilustrado por ella misma con extraños grabados  invadiendo y jugueteando con versos y palabras. Lo curioso es que al llegar a casa me percaté que no desencajaba entre mis libros, e incluso sus ilustraciones me recordaban a las de ciertos ejemplares de los años 30 y 40 cercanos al expresionismo alemán y holandés.

El domador de objetos, Carmen Fernández Agudo
El libro en cuestión ha sido publicado recientemente por la editorial El Gaviero, un sello que realiza un trabajo minucioso propio de la orfebrería, y de la que recuerdo ya hice referencia en un artículo a raíz de otro curioso libro. El domador de objetos es una joyita que puede contemplarse y a la vez leerse tal y como si su interior tuviese vida propia, aderezado con una edición exquisita y cuidada que excitaría a todo bibliófilo y cuyo colofón ya es toda una suerte de dulces latigazos de un delicado domador en el que cada palabra parece ser un manjar minimalista: Primera edición, 666 ejemplares. 32 páginas. 27 x 17 cm. Papel: Ciclus offset de 250 gr. Cubierta: Cartón Kraft liner de 300 gr. Tipos: !Sketchy Times Impresión sello de cubierta con máquina tipográfica manual tipo Boston. ¡Qué belleza! Todo ello en claro signo de que esta editorial cuida el bombón (así es el libro de Carmen Fernández Agudo) con el mejor envoltorio; es sin duda sinónimo de arte en la edición y no sólo palabrería, o "tipografía para modernos olvidadizos", que es como podría llamarse un curso impartido por esta editorial, como monjes copistas que regresan del pasado.

El domador de objetos, Carmen Fernández Agudo, junto a De moderne grafiek in Nederland en Vlaanderen (1928), de Gerard Sluyter
El posmodernismo murió –ya lo hizo, por si alguno no lo sabía– con las librerías del s. XXI y su cruel realismo, en ocasiones vulgar y excesivamente comercial y la ausencia de sueño o distorsión del mundo fatal, en extrema previsibilidad de andar por casa y con la concreción (son pero no son) e ubicuidad (están pero a la vez no están) como leitmotiv, ancladas en una época sin movimientos literarios claros. Es por todo ello que ya sólo visito las librerías de viejo, las que me hacen estornudar y acentuar mi aguda alergia. Echo de menos a Gutenberg y a Coster, pero si todas las editoriales ofreciesen ejemplares con este esmero y cuidado, acudiría cada día a las librerías nuevas de manera religiosa, pero claro, ya no serían tal cosa sino joyerías, y estarían en constante peligro por bibliófilos butroneros.

P.D. Por cierto, a causa de mi enfermedad bibliófila busqué –sin éxito– el ejemplar número 666 de El domador de objetos.

miércoles, 12 de febrero de 2014

DESDE CORTÁZAR HASTA CORTÁZAR

Hoy se cumplen 30 años de la muerte en París del escritor Julio Cortázar (1914-1984). En estos últimos días, y en especial en la jornada de ayer y hoy, el bombardeo sobre el escritor se ha recrudecido al máximo en periódicos y medios de comunicación. Yo no voy a recitar ni a glosar su biografía o hazañas, ni la voy a copiar o plagiar; en wikipedia y otros lugares del espacio virtual se pueden leer datos de su vida y obra hasta caer mareado.

De igual forma tampoco puedo hablar de aspectos más personales, pues falleció unos años después de haber nacido yo, por lo que no tuve la dicha de conocerlo personalmente, lo mismo que la inmensa mayoría de los que en estos días hablan y escriben sobre Cortázar, tampoco lo conocieron, pero algunos incluso lo tutean como si en verdad, en alguna ocasión, hubiesen estado hospedados por ejemplo en su casa parisina: es que Julio era... es que Julio decía...

Caricatura de Julio Cortázar hecha por Damián Flores Llanos.
De los grandes escritores, de los consagrados, de aquellos de los que se sabe todo o casi todo y cualquiera tiene la patente de hablar de su vida y obra, al final, tras su literatura, me gusta quedarme con los detalles, con sus anécdotas. En este blog ya he escrito acerca de su pasión por los gatos, y de la botella de absenta que suelen colocar sus admiradores sobre su tumba en el cementerio parisino de Montparnasse.

Disfruté mucho leyendo (y releído ya en varias ocasiones) el librito de Jesús Marchamalo Cortázar y los libros acerca del trato del escritor hacia los habitantes de su biblioteca, su manía de marcar, anotar y subrayar sus ejemplares, opinando y comentando o incluso arrancando las páginas de ediciones baratas que compraba en las estaciones de tren para arrojar las hojas por la ventana y seguir su camino ligero de equipaje. Una biblioteca, ahora en la Fundación Juan March, con todos sus libros, muchos de ellos dedicados, escritos en varios idiomas, en especial en su lengua materna, inglés, alemán y francés, adornados algunos con los preciosos y enigmáticos dibujos que él mismo hacía o los objetos que han aparecido en el interior de éstos. 

Uno de los muchos libros anotados por Cortázar
Y es que Cortázar no sólo fue un escritor mágico y de hondo calado, trascendental en la literatura hispanohablante, referencia en el llamado "boom latinoamericano" y James Joyce en lengua castellana;  fue también un lector voraz y un crítico implacable. Y ahí quedan todos esos detalles que no deben pasarse por alto, como su pasión por el jazz o la mutua admiración entre éste y Borges... pero la nula amistad entre ellos, al parecer por motivos ideológicos, y por supuesto recordar su maravillosa traducción de la prosa de Poe al castellano. Como guinda a la muerte que tanto se celebra, ha aparecido un libro cargado de datos y fotografías: Cortázar de la A a la Z. ¡Qué manía la de los vivos de celebrar las muertes de los otros!

sábado, 1 de febrero de 2014

DATOS DE UN FUTURO YA PRESENTE: THE NEXT GENERATION

No me gustan los datos, odio las cifras –porque en muchas ocasiones son causa y martirio personal de no poder adquirir algún extraño y deseable libro que no me permite conciliar el sueño–, aborrezco los números, y aún más las matemáticas. Este post como terapia de choque.

Primero fue la palabra, azotada por el aire, el código y el mensaje, un emisor y un receptor; mucho más tarde y tras diversas formas e intentos –conseguidos– de plasmar toda esa esencia, nació la imprenta. Hace relativamente poco lo hizo internet, con todas sus innumerables redes sociales, sus telas y marañas inconmensurables. Hasta entonces el libro había resistido en su forma y estado clásico, casi inexpugnable.

En una imprenta en los Países Bajos
La Feria del Libro de Fráncfort, que tuvo lugar a final de año, expuso unas cifras que al menos requieren cierta atención. Según los datos de R.R. Bowker, que es el organismo que gestiona el ISBN en EE.UU., en 2012 se editaron allí 391.000 libros en formato autoedición, algo que supuso un crecimiento del 59% frente al ejercicio anterior, ¡y de un 422% frente a 2010!

En esa última edición de encuentro editorial, se llegó a dedicar un espacio al sector de la autoedición en donde tuvieron lugar diversos talleres agrupado todo baja una enigmática –¿y postapocalítpica?– denominación: The Next Generation

Otro dato: la todopoderosa Penguin ha adquirido por 86 millones de euros Author Solutions, líder absoluto en el apartado de la autoedición, que tiene en su haber 150.000 autores y 190.000 títulos, aunque casi todo editado de forma virtual.

Otro dato más: Harper Collins ha pagado 500.000 dólares por los derechos de un libro autoeditado, One Step Too Far, de Tina Seskis, con la evidente intención de lanzarlo en el mercado estadounidense.

Laurens Janszoon Coster (Haarlem, ca. 1370 - 1440) que según algunas teorías él fue quien inventó la prensa tipográfica antes que Gutenberg
Y un último dato que me enviaron hace unas semanas y reproduzco tal cual:
Precios Amazon, libros Alice Munro
En español 14€
En inglés 6€

Parece que Gutenberg ha reinado bajo una paz eterna e imperturbable, casi ausente de guerras y de refriegas. Es probable que nadie a día de hoy –un estado ultratecnológico e impersonal– repare en lo que ha significado la imprenta, exponedora de un minucioso y delicado trabajo de orfebres, virtud que a excepción de escasísimas editoriales se perdió en la nebulosa y delgada línea del tiempo, el que separó el siglo XX del XXI. ¿Ha dado comienzo una guerra civil? El libro actual permanecerá, a lo sumo, conviviendo con entes alienígenas parecidos a los primeros; pero pervivirá.