sábado, 2 de mayo de 2015

CHARLES SIMIC O EL TRIUNFO DE LA COTIDIANEIDAD POÉTICA

Entre las infinitas características y bondades que nos regala la poesía, una de ellas es la de conseguir que algo cotidiano, ordinario y hasta vulgar, se transforme gracias a la concatenación de unos versos bien trenzados en algo completamente sugerente y evocador.

Simic picando poemas (www.nyu.edu)
Sólo así se entiende la poesía del norteamericano Charles Simic (1938) —de origen serbio y testigo de la Yugoslavia atroz de la II Guerra Mundial—, como una herramienta capaz de hablar de un vaso de leche, de una carnicería, de una simple casa u hostal, de una mosca o de un paisaje intrascendente y mantener la atención del lector y de paso crear una insólita expectación. He leído en algún lugar que éste es "el poeta del pueblo", un título desacertado y vulgar para la realidad de este creador y aguzado crítico literario, pues que su temática no ahonde en los temas clásicos (pedantes, tediosos, manidos) de la poesía y sus versos aparenten poder ser escritos por cualquiera, su poética destila más intelectualidad que aquélla que muchos tratan de exteriorizar con forzado ahínco. 


Cínico e irónico pero no cómico, pues no hay atisbo de humor en sus composiciones, Simic deja en el cajón los adornos y se centra en construir una poesía en apariencia siniestra y ominosa, y sus temas se centran en situaciones u objetos insignificantes, en la figura de la mujer (pues las mujeres, tanto familiares como en el plano afectivo han sido sus sempiternas acompañantes), el jazz, la nieve, un padre peculiar... y Simic se introduce furtivamente en los hogares de una familia media norteamericana para retratar una escena aburrida y ordinaria, o sus poemas se transforman en un lienzo de Grant Wood o Edward Hopper; parece que estoy observando al poeta flirteando y diciéndole a la chica de al lado lo caliente que está la cerveza esa noche... La poesía es un artefacto que puede cambiar el mundo; la de Simic el concepto (erróneo) de lo cotidiano.

Edward Hopper. Aves nocturnas (1942)
Esto es lo que vi: nieve vieja en el suelo, 
tres mirlos acicalándose, 
y mi vecina que salió en camisa de dormir 
a tender en la cuerda las camisas de su marido.  

El viento matutino hacía difícil engancharlas, 
levantó el vestido tan por encima de sus rodillas 
que tuvo que dejar de hacer lo que estaba haciendo 
y dio una buena carcajada mientras se cubría. 

PRIMAVERA - Charles Simic (Hotel Insomnia, 1992)

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