jueves, 29 de octubre de 2015

PANÓPTICA PRIMERA (CU4TRO PANÓPITICOS). LA GALLA CIENCIA

Acaba de ver la luz otoñal el número cuatro de la revista de poesía La Galla Ciencia. Cuando ciertos gurús y falsos profetas presagiaban un oscuro futuro para el papel encuadernado, cinco intrépidos visionarios (Joaquín Baños, Vanessa Castaño, Noelia Illán, Samuel Jara y Daniel J. Rodríguez) se pusieron manos a la obra para contradecir a los repugnantes agoreros. Y no era sencillo resucitar el amor por la revista literaria y menos aún de poesía en un mundo engullido por lo digital: tan vulgar, rastrero; tan predecible.

A mí siempre me han fascinado las revistas literarias (y de esa fascinación surgió un humilde fanzine: Ravenswood Magazine), y en especial las de poesía, con sus textos vírgenes, nunca antes leídos por nadie, páginas rebosantes de poemas extraños, surgidos de lugares recónditos, en situaciones inverosímiles, hasta versos con formas imposibles, caligramas, construcciones vanguardistas como los de Joan Brossa en la revista Dau al Set. Hace décadas los poetas difundían en las revistas literarias parte de su obra, como un anticipo a un libro futuro, si bien incluso la publicación de la monografía resultaba secundaria o no se producía hasta mucho más tarde; para el bibliófilo, la edición en una revista de un poeta famoso puede ser hasta más valiosa que el propio libro.

Recuerdo en este momento al poeta Hugo Claus publicando en esa famosa revista de poesía vanguardista Tijd en Mens; o a Slauerhoff, que publicó en revistas no sólo poemas, también hizo lo propio con su opera prima: El reino prohibido, que vio la luz en diez entregas en la revista Forum antes de aparecer en forma de libro en noviembre de 1932; o como no, The Criterion, la legendaria revista fundada y editada por T.S. Eliot y en donde por vez primera La tierra baldía sorprendió al mundo. En España, La Revista de Occidente, fundada por Ortega y Gasset es toda una institución que aún sigue apareciendo mensualmente, al igual que El ciervo, aunque ninguna de éstas esté especializada en poesía.

The Criterion, nº 1(1922), en donde aparece por vez primera La tierra baldía.
La Galla Ciencia inició su andadura en febrero de 2014 con una periodicidad semestral. Ya desde su primer número contó con el importante apoyo de poetas y escritores (que no institucional, ¡faltaría más!), como por ejemplo el tristemente fallecido Paco Miranda Terrer (al que se le dedica este número cuatro), o nada menos que su eminencia José María Álvarez, Prince des Poètes. Y en esos primeros números ya admiré y disfruté con delectación las páginas de esta revista de nombre equívoco, sin llegar a pensar que yo mismo formaría parte de ésta en un futuro no tan lejano.

Si en su número DOS (octubre 2014) incluían el poemario El amor y media vuelta de Roger Wolfe, en el TRES (marzo 2015) recogían más de un centenar de poetas sudamericanos bajo el título La Nación generosa: 111 rutas al otro lado de mar, una tarea titánica que contó con las ilustraciones de Daniel Bilac, pues es marca de la casa el cuidado tanto del contenido como de la estética. Era harto difícil, pero la revista ha sido capaz –nuevamente– de renovarse aun inmersa en una originalidad, innovación y modernismo imposible de superar para transformar el CUATRO en un número doble: por un lado Limpios de carcaúba, ingeniosa idea en la que poetas vivos traducen a poetas vivos (salvo un par de salvedades); y por otro lado Panóptica primera, una antología de cuatro nuevos poetas.

Llama la atención de manera poderosa los singulares y sugerentes títulos que vertebran este último número. Aclarando el término, panóptico (dicho de un edificio) es la edificación construida de modo que toda su parte interior se pueda ver desde un solo punto, y que según Joaquín Baños –uno de los alquimistas de la revista– «hace referencia a esa visión multicardinal que tenemos de la poesía y de los cuatro autores jóvenes que conforman esa parte».

Panóptica Primera. Octubre 2015
Al leer los textos de los cuatro panópticos (si se me permite acuñar esta acepción) que formamos esta parte, uno percibe que no existe un estilo claramente común ni vínculo estético entre los cuatro, algo que también puede extenderse a las fuentes en las que nos basamos y poetas que nos influyen a la hora de componer: completamente dispares entre sí; en definitiva, cuatro voces muy distintas pero que poseen la particularidad de eclosionar en un momento y tiempo concreto y bajo mi punto de vista diferencias que enriquecen esta antología.

Para los amantes de la numerología, el cuatro (el 4, o el CU4TRO), es mucho más que un simple número; para los pitagóricos el cuatro era un símbolo esotérico que representaba los cuatro elementos (tierra, aire, fuego, agua); en la tradición cristiana su significado es múltiple (como ejemplo los cuatro evangelios); o el nombre de Dios, que en todas las grandes religiones está compuesto por cuatro letras. 

Según la línea editorial, los cuatro poetas panópticos (Valeria Canelas, María M. Bautista, Pablo Velasco Baleriola, y el que suscribe estas palabras) presentan una poesía renovada y/o novedosa (aunque es difícil extirpar la «novedad» en poesía) ejemplificada en una serie de textos (inéditos). El cuatro aparenta ser un simple número al azar, pero al final resulta ser mucho más que eso, encerrando un intento de equilibrio de estilos dispares y diversos, procedentes de diferentes partes de España e incluso de Sudamérica (Valeria Canelas) y confluyendo en una armonía de géneros (en todos los aspectos): dos hombres-dos mujeres. El mayor de los cuatro soy yo, Pablo Velasco el menor, y entre ambos Valeria Canelas y María M. Bautista, con un aspecto común entre todos como es el de dar a conocer nuestra poesía y obra desde una época reciente: dos o tres años a lo sumo; en mi caso concreto desde octubre de 2013. Cada uno cumple un rol sin saberlo, y al leer los textos como un todo indivisible, es cuando se descubre el aspecto diferenciador pero paradójicamante también aquello que desde esa diferencia nos une.


Mi sección, titulada El hierro de la lengua marchita está compuesta de tres partes. La primera responde a un poemario que será editado en los primeros meses de 2016 y fue escrito en 2013 durante un viaje a Grecia, principalmente a la grandiosa e inconmensurable Atenas, y a Halkida (la antigua Chalkís), en la isla de Eubea y alrededores, lo que a la postre no fue sólo un viaje físico, sino un viaje interior, espiritual y sobre todo poético que dio como resultado la gestación y alumbramiento de un cuaderno de bitácora en forma de poemario. La segunda parte presenta versos de un nuevo poemario (aún inconcluso pero muy avanzado), que comencé a escribir en 2014 y sigue la estela de los poemas que forman la primera parte, pero alejándose de éstos de forma paulatina conforme el tiempo de composición avanza. La tercera y última parte, titulada Más vale cien pájaros en mano, que buitre volando (Filosofía personal de un mundo ordinario) pertenece a mi cuaderno personal de apuntes de donde brotan muchos escritos y poemas futuros, una suerte de anotaciones, aforismos, pensamientos, poemas huérfanos de poemario, reflexiones, apuntes literarios, versos sueltos... que para mí son esenciales para escribir.
Convocatoria (osada) para su presentación en Madrid.
Y esta es La Galla Ciencia: una publicación tan hermosa como atrevida y rompedora, con un punto de necesario clasicismo pero hipermodernista y singular, sin analogía posible no en España, me atrevo a decir que fuera de nuestras fronteras. Nació para aglutinar todas las tendencias y voces poéticas sin exclusión; una publicación que si no lo es ya, se convertirá en breve en una revista mítica. Que siga, por muchos años, que siga cacareando.