viernes, 2 de junio de 2017

REVISTA EL CIERVO; YO EN EL ABISMO DEL OLVIDO

A principio de los años 90 del tan cercano pero ya pasado y viejo siglo XX, encontré en mi casa (o lo que es lo mismo, la de mis padres, que siempre será mi casa) algunos números de la revista cultural El Ciervo.


En especial recuerdo el de marzo de 1992, en cuyas páginas aparecía un cautivador artículo que me llamó poderosamente la atención puesto que profundizaba en la obra de Tolkien, precisamente cuando yo me hallaba en plena culminación de la impresionate y profunda lectura de El Señor de los Anillos, hecho que me produjo una huella indeleble que ha perdurado hasta estos días.  


Fueron innumerables las ocasiones en las que leí y disfruté el artículo sobre el autor británico, degustando las sugerentes ilustraciones que lo acompañaban. Pero aquel número (que aún conservo) contenía una sección titulada «Pliego de poesía», en donde encontré los poemas del entonces para mí desconocido Nicanor Parra, el antipoeta, y su famoso e impactante poema que en tantas ocasiones he releído: Considerad, muchachos,/ esta lengua roída por el cáncer:/ soy profesor en un liceo obscuro/ he perdido la voz haciendo clases. (Después de todo o nada/ hago cuarenta horas semanales). 
 
Y desde aquel momento mitifiqué la revista que había nacido en 1951 y cuyo símbolo era y es un ciervo, idea que surgió inspirándose en un salmo porque como se afirma desde la propia publicación «el ciervo es un animal simpático y huidizo, que busca las aguas frescas de las altas montañas. Igual que la revista, que busca las opiniones puras de mentes despejadas». Y ahora, 25 años después, aparece en su último número una selección de mis poemas en la citada sección a los que con acierto han titulado en su conjunto «En el abismo del olvido», dos conceptos que los asumo como propios, pero que también podrían haberse llamado «En el olvido del abismo», en esta existencia física que es eso: olvido y abismo.


Mi relación con El Ciervo dio comienzo con Tolkien y Nicanor Parra, sintiéndome desde entonces unido a ella en el plano ideológico; el círculo se abrió en marzo de 1992, y se cierra hoy con este «En el abismo del olvido» con el que han titulado el sentido de mi poética y tan bien han resumido mi propio yo (en ocasiones ajeno a mí) insertado en la poesía.